Una noche en Barcelona

Una noche en Barcelona

Nunca olvidaré la noche en que decidimos darle un giro a nuestra vida sexual. Ana y yo llevábamos 5 años casados, y aunque nos amábamos profundamente, sentíamos que necesitábamos algo más.

Fue durante una cena en nuestro acogedor piso del Eixample barcelonés cuando Ana me propuso invitar a Marta y Javi a cenar el sábado. Capté de inmediato la insinuación.

La noche llegó y, tras la cena, Ana puso El juego para parejas en la tablet. Nos sentamos los cuatro en círculo sobre la alfombra del salón, con una mezcla de nervios y excitación. El juego tenía cuatro categorías: prenda, bebe, verdad y reto, con niveles desde inicial hasta extremo. Javi fue el primero, cayendo en “verdad”. Admitió que siempre había querido participar en una orgía.

La temperatura de la habitación subió gradualmente. En una de las pruebas Ana tuvo que quitarse la ropa interior, y me miró con picardía sabiendo cómo me pone saber que no llevaba nada debajo de la minifalda . Cuando me tocó “verdad”, confesé que me excitaba la idea de ver a Ana con otro hombre. Luego, Marta cayó en “reto – nivel fácil”. Tuvo que hacer su mejor imitación de un orgasmo, lo que nos hizo reír y aumentó la tensión sexual.

El juego se intensificó. El juego me puso a prueba cuando tuve que identificar con la lengua si el pecho que tenía delante era de Ana o de Marta… ¡Qué lío! . Ana, visiblemente excitada, tuvo que describir en detalle cómo haría el amor con Javi en una prueba de “verdad – nivel medio”.

Javi recibió un “reto – nivel medio”: Apoyar a otro jugador contra la pared, agarrarle el pelo y restregar su miembro pretendiendo que va a penetrarla. Eligió a Ana, y yo sentí una mezcla de celos y excitación al verlos.

El punto álgido llegó cuando la ruleta cayó en “reto – nivel extremo” para Ana. La tarjeta decía: “Haz un 69 con la persona de la derecha”. Era Javi. Ana me miró buscando aprobación, y yo asentí.

El acto de Ana y Javi fue eléctrico, despertando sensaciones que ninguno podía ignorar. Entre tanto, Marta empezó a acaricirme sensualmente la pierna, subiendo hasta mi miembro. Cuando se separaron, la tensión sexual en la habitación era palpable.

Marta, sintiéndose audaz, propuso un último reto para todos: Hacerle un masaje cuerpo a cuerpo entre todos . Entre risas nerviosas y miradas cómplices, Marta se tumbó y los tres nos pusimos manos a la obra. Mientras la música sonaba y Marta gemía, sentí una conexión única con Ana, Marta y Javi. No llegamos más lejos esa noche, pero la experiencia había cambiado algo en nosotros.

A la mañana siguiente, mientras desayunábamos en la terraza, reflexionamos sobre la experiencia, había sido intensa y emocionante. Ana y yo nos miramos, sabiendo que habíamos encontrado la chispa que buscábamos. El juego no solo había sido una experiencia excitante, sino que también había fortalecido nuestra confianza y comunicación como pareja. Mientras Marta y Javi se despedían, los cuatro sabíamos que nuestra amistad había cambiado para siempre, pero de una manera que todos apreciábamos. Nuestra vida sexual nunca volvería a ser la misma, y no podíamos estar más emocionados por ello.


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